Alex Skeel, es un joven británico de 22 años que fue víctima de violencia por parte de Jordan Worth, quien fue su novia y es madre de sus dos hijos.
El hombre narró a BBC todo el infierno que vivió al lado de la mujer que amaba y que le hacía un daño terrible en su vida.
"Nunca olvidaré el momento en que mi novia, Jordan, vertió agua hirviendo sobre mí por primera vez. Le tenía mucho miedo. Todo sucedió a cámara lenta. Me escoció la piel. El dolor no se parecía a nada que hubiera experimentado antes. Le supliqué que me dejara meterme en un baño lleno de agua fría, era lo único en lo que podía pensar que detuviera la quemazón", cuenta el joven.
Ambos se conocieron en el 2012, cuando tenían 16 años. Al principio todo era felicidad. Paseaban juntos, veían películas y pasaban momentos muy agradables, sin embargo, la situación fue cambiando con el pasar del tiempo.
Ella le decía que no le gustaba cómo se vestía con el color gris y la manera de peinarse. Skeel le hacía caso en todo para que "estuviera contenta".
"Cuando me decía: 'No me gusta el color gris' o 'no me gustan esos zapatos', yo me decía: 'De acuerdo, no me los pondré' porque quería que estuviera contenta, pero en realidad estaba intentando que fuera algo que nunca iba a ser. Era una batalla perdida desde el principio", narró.
Jordan consiguió aislar al joven británico de sus amigos y familia, incluso entraba a su cuenta de Facebook para prohibirle conversaciones.
Él pensó en abandonarla, pero temía que le hiciera daño a sus dos hijos, por eso se quedó y aguantó todo el abuso psicológico y físico.
Alex Skeel había bajado 30 kilos y cuando las lesiones era muy graves iba al hospital. Entonces ella le decía al doctor que su pareja se había caído y quemado con el agua de la ducha, tergiversando los hechos para su beneficio propio.
En el 2018, una luz de esperanza alumbró su vida. Un agente policial llegó para ver lo que ocurría en su domicilio. Pensaba ocultarlo todo, como lo hacía constantemente, pero no soportó más y contó todo.
Tiempo después, Jordan afrontó un juicio y fue condenada a siete años y medio de prisión. Cuando escuchó la lectura del dictamen final, Skeel sintió como si se hubiera quitado un peso de encima.
Ahora, el joven británico no le ha contado nada a sus dos hijos y espera a que sean mayores para que se enteren de toda la verdad y le digan: "Hiciste un buen trabajo, papá".