Niños indígenas llegan al batallón especial fronterizo en Auaris (AM) para recibir atención médica de las Fuerzas Armadas, que se encuentran en la región tomando pruebas rápidas para detectar el COVID-19. (EFE/ Joédson Alves).
Niños indígenas llegan al batallón especial fronterizo en Auaris (AM) para recibir atención médica de las Fuerzas Armadas, que se encuentran en la región tomando pruebas rápidas para detectar el COVID-19. (EFE/ Joédson Alves).

Amajari. [EFE]. El se ha adentrado en la mayor tierra indígena de Brasil y amenaza a los históricos guardianes de la Amazonía. Tras siglos de lucha, el pueblo yanomami se enfrenta ahora a un “enemigo silencioso” que ya ha segado la vida de al menos cuatro miembros de su etnia, entre ellos tres bebes.

Protegidas por un manto infinito de tupida vegetación que abarca los estados de Roraima, fronterizo con Venezuela, y Amazonas (norte), las aldeas yanomami se encuentran en las entrañas de la selva amazónica, en una área de nueve millones de hectáreas (una superficie similar a la de Austria) con apenas 28.000 habitantes.

Pero su recóndita localización no ha impedido la llegada del coronavirus, que en todo Brasil ha matado a casi 60.000 personas e infectado a 1,4 millones.

Las aldeas Waikás y Auaris son dos de las afectadas por el patógeno. Allí viven actualmente unos 450 indígenas yekuana y yanomami Sanumã como lo hacían los antepasados de este pueblo originario de tradición guerrera.

Residen en casas de muros de barro y tejados de paja, cocinan con fuego de leña y se dedican a la caza y la pesca.

Estamos con miedo. La comunidad está con recelo de contraer esa nueva enfermedad del coronavirus. Como no hay una cura estamos intentando prevenir la enfermedad. La mitad de los habitantes se ha ido a los bosques con miedo, principalmente los ancianos”, explicó Mauricio Yekuana, uno de los líderes indígenas de la etnia.

Los miembros de la tribu de más edad están considerados centinelas de la sabiduría ancestral.

Mueren tres bebes

El temor ha aumentado después de que cuatro indígenas, entre ellos tres bebes, perdieran la vida en las últimas semanas como consecuencia de este patógeno desconocido que amaga con expandirse por este inmenso territorio con 28.000 indígenas.

Los pequeños, dos de los cuales sufrían cardiopatías graves, fallecieron en el hospital de Boa Vista con diagnóstico de COVID-19 y fueron enterrados en el cementerio de la localidad, algo inconcebible en la cultura yanomami.

Ahora aguardan la autorización de las autoridades para exhumar los cuerpos y trasladarlos a sus aldeas con el fin de realizar el ritual de incineración, la única forma de (según la tradición) permitir que sus seres queridos dejen de vivir atormentados y puedan abandonar el plano terrenal.

La misión para contener el virus

Nadie sabe a ciencia cierta cómo y cuándo llegó el virus a la tierra yanomami, pero algunos señalan a los “garimpeiros” (mineros ilegales) como los vectores de un patógeno que ya deja al menos 114 infectados en esta área situada a unos 15 días en barco de la capital regional Boa Vista o una hora y media en avión.

La vida comunitaria en las aldeas ha contribuido a la rápida expansión del coronavirus en el mayor territorio indígena de Brasil y ha encendido las alertas entre los líderes y diversas organizaciones.

En Brasil, hay cerca de 900.000 indígenas registrados, de los que casi el 60 % de ellos residen en espacios protegidos.

Hasta el momento, ya han sido confirmados oficialmente 6.488 casos de COVID-19 en aldeas y 156 muertes, de acuerdo con los últimos Secretaría Especial de Salud Indígena (Sesai), cuyos datos excluyen las infecciones de indígenas que viven en áreas urbanas.

El propio Gobierno trata de contener el patógeno entre esta población con baja inmunidad y que se encuentra ya debilitada por otras enfermedades, como la malaria, y la desnutrición.

Con ese objetivo, una aeronave KC-390 Millenium de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB) partió el lunes de Brasilia con destino a Boa Vista para una misión interministerial de siete días compuesta por 21 profesionales de la salud de las Fuerzas Armadas y del Ministerio de Salud.

Esta misión trasladó cuatro toneladas de material sanitario para los Distritos Especiales Indígenas (DSEI) de yanomami y Leste de Roraima, los cuales atienden a una población de cerca de 75.000 indígenas.

Una de nuestras preocupaciones es hacer una investigación epidemiológica de esa situación. Si está bajo control, nuestro objetivo no es solo prestar atención relativa a la COVID, sino también otro tipo de atención”, dijo Robson Santos, secretario especial de salud indígena.

Para ello, fueron distribuidas pruebas rápidas a los indígenas que permanecieron en Waikás y Auaris, aunque las primeras dieron en su mayoría negativo.

La aldea yanomami Surucucu será la próxima en tener pruebas de COVID-19. Será este sábado y en presencia del ministro de Defesa, Fernando Azevedo e Silva.

En los tres meses de la Operación COVID-19, el Ministerio de Defensa, a través de las Fuerzas Armadas Brasileñas, transportó 350 toneladas de material de salud y empleó 34.000 militares, un efectivo mayor que el de la Fuerza Expedicionaria Brasileña de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).