Paola Gambini estuvo hospitalizada por tres meses. (Foto: Facebook Paola Gambini)
Paola Gambini estuvo hospitalizada por tres meses. (Foto: Facebook Paola Gambini)

Una terrible experiencia a causa del COVID-19 le tocó vivir a una mujer embarazada de Estados Unidos. Ella tuvo que someterse a una cesárea de emergencia para salvar a su bebé y estar internada más de tres meses en un hospital sin poder conocerla producto de la enfermedad.

Paola Gambini, de 32 años y residente de Groveland (Florida), recuerda que mientras estaba embarazada empezó a tener fiebre y malestar de cuerpo. Lo dejó pasar pensando que sería un simple resfriado.

La situación se agravó cuando, en julio de este año, tuvo problemas de respiración y fue que decidió ir a un hospital. Ahí empezaría su calvario.

“Luego de la primera semana (de estar con resfriado) me sentí un poco mejor. Pero de pronto ya no podía respirar, fue cuando le dije a mi novio que me llevara al hospital, que llamara a una ambulancia”, relató Gambini, según cuenta la cadena de noticias Univisión.

Ella no estaba vacunada contra el COVID-19 por temor a las vacunas.

Los doctores que la revisaron detectaron que su oxigenación estaba baja y fue diagnosticada con pulmonía. Tuvieron que internarla de emergencia. Al día siguiente de estar en el hospital, le realizaron una cesárea de emergencia para que pudiera dar a luz a su bebé, a las 33 semanas de gestación.

“Cuando la sacaron (a la bebé) y vi que estaba gordita y sana, fue cuando todo comenzó. El doctor me dijo que me trasladarían a otro hospital para tratar mi neumonía, por lo que la bebé se quedó con su papá y mi familia. En ese momento supe que era grave”, relató.

Pasó dos semanas intubaba porque no podía comer por su cuenta y también le suministraron un ventilador ya que no podía respirar.

“Cuando desperté me dijeron que me habían metido un tubo por la tráquea para respirar”, dice la mujer, quien permaneció conectada a ese aparato durante 45 días.

Ella estuvo más de un mes en un coma inducido debido a la gravedad de la enfermedad. Cuando al fin pudo despertar, Gambini quería tener noticias de su bebé. Una de las enfermeras que la atendió, le preguntó cuántos meses tenía la menor. Sin saber el tiempo que llevó inconsciente, le aseguró que tenía tres semanas de nacida.

“Una enfermera entró y me preguntó que cuántos meses tenía mi bebé. Yo le respondí que tenía como tres semanas”, relata.

“Cuando volvió mi novio le pregunté cuánto llevaba (internada) y fue cuando él me dijo que llevaba dos meses y que mi hija ya tenía 8 semanas”, contó sorprendida.

La mujer pasó su cumpleaños en el hospital. Los médicos, en coordinación con la familia, le prepararon una sorpresa para ese día, donde al fin pudo conocer a su bebé. “Recuerdo que desperté y me cantaron feliz cumpleaños y me preguntaron si estaba lista para ver a mi bebé”, dijo Gambini.

“Al fin pude abrazarla pero mis brazos estaban tan débiles que sentía que se me caía de las manos”.

Tras superar lo más grave del COVID-19, el pasado 22 de octubre Gambini fue dada de alta, pero todavía continúa en proceso de recuperación.

Durante la entrevista que tuvo con el medio, la mujer cuenta que nunca se vacunó por pensar que la inoculación no es segura.

“Yo pensaba que mi cuerpo era como de superhumano y que con cuidarme sería suficiente. Estaba gestando a una bebé que me protegía del resfriado, pensé que con vitaminas estaría bien, pero la realidad es que no fue así”, reconoce.

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