​Dilma Rousseff y un “golpe moderno”
​Dilma Rousseff y un “golpe moderno”

Mañana 22 de abril, la presidenta de Brasil, Dilma Rouseff, estará en Estados Unidos para aprovechar un foro sobre medioambiente para hablar sobre el juicio que se viene preparando en su contra, el mismo que ha denunciado como un “golpe de estado legal”.

No es la primera vez que un político de estos tiempos denuncia un golpe de estado que prescinde del uso de la fuerza militar como se ejecutaban los golpes en la era previa a la década del noventa. Lo que quiere decir – sin emitir un juicio sobre el caso de Rousseff – que la manera de arrebatar el poder de manera bruta ya no se puede hacer – y redundamos- “a la bruta”.

De hecho nuestro país vivió un autogolpe en 1992 con presencia militar – tanquetas en el Congreso y medios de comunicación -, pero luego asistió a una dictadura “legal”, un concepto que encierra a los gobiernos autoritarios que buscan perpetuarse en el poder, pero con tretas que maquillen los propósitos que antes los militares no se molestaban en maquillar.

Así, el fujimorato fue una dictadura que no necesitó de un golpe a la antigua, sino de una política generalizada de corrupción; al igual que Venezuela, que viene atropellando libertades de manera tramposamente “legal”. Las dictaduras y los golpes de estado se tienen que adaptar a un mundo donde todas las naciones se están mirando entre sí. Eso genera sutilezas, aunque bajo tierra respire el mismo monstruo tiránico de siempre.

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