La niña chilena que pidió la eutanasia porque tiene una enfermedad incurable ya no quiere morir
La niña chilena que pidió la eutanasia porque tiene una enfermedad incurable ya no quiere morir

Hace un mes Valentina Mureira, de 14 años, solo quería morir. Eso decía en un video que subió a Facebook en el que difundía un mensaje a la presidenta chilena Michelle Bachelet en el que pedía que le aplicará la eutanasia, cansada de seguir peleando con la fibrosis quística, un mal que ya le arrebató a su hermano de 6 años y a uno de sus mejores amigos del hospital. Per reciéntemente la joven ha cambiado de opinión y ha decidido agarrarse a la vida y no rendirse. ¿Por qué? son dos las acciones que la han hecho modificar su idea.

El primero de ellos fue la visita de la presidenta chilena al hospital para conversar con la pequeña Vale. Y lo más importante de todo fue que lo hizo discretamente, sin cámaras ni prensa, un gesto que la familia ha valorado enormemente. “Estoy muy contento de que haya venido la Presidenta, la Vale quería hablar con ella y se hablaron cosas que no se pueden decir. Vamos a tener el apoyo de palabra y también le dio la mano a Valentina”, revelaba Freddy Mureira, padre de la niña, a BBC Mundo.

Pero quizás el hecho más trascendental que ha provocado que Valentina cambie tan radicalmente de opinión es la visita de una familia argentina en la que habían muerto tres hermanos por fibrosis quística y a otra hija la habían tenido que trasplantar un pulmón. Probablemente el conocer su historia hizo que la pequeña se diese cuenta del inmenso valor que tiene la vida y decidiese seguir enfrentando su enfermedad con la misma valentía y firmeza con la que lo ha hecho hasta ahora.

La fibrosis quística es una enfermedad genética hereditaria incurable, que afecta a los pulmones, al hígado y al páncreas y se caracteriza por la acumulación de un moco espeso y pegajoso en estos órganos que termina provocando graves infecciones. La forma de curación es a través del triple trasplante, pero es muy difícil de conseguir debido al alto precio de las operaciones y a la dificultad de encontrar órganos compatibles.

“Han sido 14 años de lucha, de día a día, y para mi familia ha sido más. Estoy cansada de seguir luchando porque veo el mismo resultado siempre”, confesaba en febrero a BBC Mundo.

Pero su deseo era imposible porque Chile no permite el uso de la eutanasia ni el suicidio asistido. Ahora ha vuelto a recobrar fuerzas y promete seguir peleando en una guerra que sabe que no puede vencer, aunque lo cierto es que cada día de esfuerzo es una pequeña batalla ganada a sí misma.