Imagen
Imagen

“Fue algo aberrante, algo que nunca me podría haber esperado”, fueron las expresiones de Héctor Bardales (88), quien forma parte de los más de 1.500 guatemaltecos con los que el gobierno estadounidense entre 1946 y 1948 los utilizó como conejillos de Indias, al infectarlos deliberadamente y sin su consentimiento con sífilis, gonorrea y otras enfermedades de transmisión sexual. 

"Una vez fui al cuartel general y allí me abordaron. Un hombre vestido de blanco, que me iba a poner una inyección y me decía en inglés 'this is good for you' (esto es bueno para usted)", recuerda Bardales, que fue inoculado de sífilis a la edad de 19 años, y que al no saber del experimento contagió a su esposa, madre de sus tres hijos, quienes también fueron afectados.

Fue en el año 2010 que la profesora universitaria Susan Reverby sacó a la luz pública el caso de experimentos por parte de Estados Unidos en pacientes guatemaltecos, cuando ella se encontraba investigando un caso similar de estos experimentos pero en afroamericanos: caso Tuskeegee.

La docente descubrió que un grupo de científicos estadounidenses usando fondos federales y contando con la aprobación del Ministerio de Salud de Guatemala ejecutaron los experimentos a los afectados sin advertirles de las consecuencias ni proveerles cuidado médico.

Pese a las disculpas oficiales por parte del presidente Barack Obama y la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, los guatemaltecos en 2012 intentaron enjuiciar al gobierno de los EE.UU. pero no se logró ya que el gobierno federal norteamericano no puede ser juzgado por acciones realizadas fuera de sus fronteras bajo ley estadounidense.

NUEVA DEMANDA

Ahora cerca de 800 guatemaltecos junto a sus familias presentaron otra demanda ante el estado de Maryland contra la Universidad Johns Hopkins, la farmacéutica Bristol-Myers Squibb y la fundación Rockefeller, como responsables de los experimentos. Ellos piden US$1,000 millones en restitución.

En tanto la fundación Rockefeller y la universidad Johns Hopkins tratan aducir que la culpabilidad va hacia los encargados de estos experimentos, no a las asociaciones. Sin embargo, hasta el momento esos más de 1.500 guatemaltecos esperan justicia.  

Con información de la BBC

TAGS RELACIONADOS