Este padre de familia adoptó como a un hijo al asesino de su hija
Este padre de familia adoptó como a un hijo al asesino de su hija

Eddy Hekman y su esposa viven tranquilamente en un pueblo en los , cerca del Mar del Norte. La hija de este matrimonio, Renske, estudió biología y trabajó en un santuario para focas en Holanda.

En noviembre de 2008 la joven veinteañera viajaba a Suiza, donde trabajaba como instructora de esquí, y conoció a Alasam Samarie, un refugiado que provenía del oeste de África. Ambos jóvenes mantuvieron una relación amorosa sin muestras de agresividad en todo ese tiempo.

El 13 de abril de 2011, cuando la pareja ya llevaba dos años de relación, la madre de Renske se quedó despierta tarde en la noche mirando las noticias y se enteró de que algo terrible había ocurrido en Baflo, lugar donde vivivía Samarie, cerca del santuario de focas donde trabajaba Renske.

"Había noticias en internet de que una joven había sido asesinada por un hombre con rastas (...) Baflo es muy pequeña y había un solo hombre con rastas, así que sabía que tenía que ser Samarie y que la joven sería Renske", afirma Henke.

Llamó a la policía a las cinco de la mañana pero no pudieron decirle nada. Recién a las once de la mañana, dos policías aparecieron en su puerta. "Me dijeron que Renske y Samarie habían discutido y que él la golpeó en la cabeza con un matafuegos", comentó Hekman.

Samarie dejó la casa y caminó hacia la estación de tren. Un policía de civil lo persiguió y el asesino logró quitarle su arma y le disparó. Otros oficiales fueron en su búsqueda y después de dispararle cinco veces lo arrestaron. Los médicos salvaron la vida de Samarie.

"No podía imaginar al hombre que yo había conocido haciendo eso", dice Hekman sobre la violenta muerte de su hija.

Hekman y su familia intentaron salir adelante y tratando de comprender lo que había ocurrido, le escribieron una carta a Samarie dos meses más tarde, a la cárcel cerca de La Haya donde el joven está detenido, pidiendo verlo para hablar sobre lo que pasó.

"(El encuentro en setiembre de ese año) fue muy emotivo. Nuestra terapeuta estaba allí, al igual que su abogado. Estábamos todos sentados en una habitación pequeña. Y luego él entró. Simplemente lloramos (...) Principalmente hablamos sobre lo que él creía que había pasado y por qué había pasado. Para nosotros era un rompecabezas".

A pesar de ello,Hekman dice que nunca sintió enojo hacia Samarie. Pero de todos modos necesitaba entender cómo un hombre que parecía tan gentil y amoroso se pudo haber vuelto tan letalmente violento, de golpe.

Visitó la habitación donde vivía Samarie para juntar sus pertenencias y encontró entre ellas un tipo de antidepresivo conocido como un ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina), y en los días previos a la muerte de Renske sus dosis habían subido y bajado.

Hekman cree que esos aumentos y caídas afectaron su comportamiento. Cree que el medicamento, más la ansiedad que sentía por su pedido de asilo, contribuyeron a que se pusiera agitado y violento.

La justicia neerlandesa en un principio condenó a Samarie a 28 años en prisión. Pero en una segunda instancia, tomando en consideración su estado mental, redujeron su pena a cinco años y medio.

"Ya cumplió su sentencia y ahora está en un instituto psiquiátrico, donde no se le permite salir", cuenta Hekman, quien lo visita todos los meses junto con su esposa.

Hekman decidió escribir un libro con él para darle "algo positivo para hacer" durante su encierro. El libro se llamó "Tomemos el próximo tren". Fue su manera de "encontrar una estructura dentro de una situación muy caótica".

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