Papa Francisco dice que se aproveche la Cuaresma para vencer a los demonios
Papa Francisco dice que se aproveche la Cuaresma para vencer a los demonios

El  inauguró hoy, Miércoles de Ceniza, la Cuaresma, un tiempo que dijo es propicio para vencer a los "demonios" de la apatía, la resignación y la desconfianza, instada a menudo por quienes se aprovechan del dolor y la incertidumbre.

Durante su homilía en la basílica romana de Santa Sabina, el papa alertó de estos "demonios" que, subrayó, "cauterizan y paralizan el alma del pueblo creyente".

"Cada uno de nosotros conoce las dificultades que tiene que enfrentar. Y es triste constatar cómo, frente a las vicisitudes cotidianas, se alzan voces que, aprovechándose del dolor y la incertidumbre, lo único que saben es sembrar desconfianza", apuntó.

El pontífice, parafraseando a santa Teresa de Calcuta, dijo que "el fruto de la fe es la caridad" pero advirtió que al mismo tiempo "el fruto de la desconfianza es la apatía y la resignación", que "cauterizan y paralizan el alma del pueblo creyente".

En este sentido Francisco recomendó este tiempo de Cuaresma para "desenmascarar estas y otras tentaciones" y "recalentar el corazón" recomendó adoptar una actitud basada en "detenerse, mirar y volver".

"Detente un poco delante de la necesidad de aparecer y ser visto por todos, de estar continuamente en 'cartelera', que hace olvidar el valor de la intimidad y el recogimiento", pidió a los católicos.

"Detente un poco ante el ruido ensordecedor que atrofia y aturde nuestros oídos y nos hace olvidar del poder fecundo y creador del silencio. Detente un poco ante la actitud de fomentar sentimientos estériles, infecundos, que brotan de la auto-compasión", pidió.

Pero también animó a observar el rostro de los ancianos, "surcado por el paso del tiempo", o de los enfermos y de quienes se hacen cargo de ellos.

Posteriormente procedió al rito de la imposición de la ceniza a los cardenales, miembros del clero y fieles presentes en esta ceremonia con la que se da inicio a la Cuaresma, el tiempo litúrgico de 40 días que culminará el Jueves Santo, el 29 de marzo.

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