IMAGEN REFERENCIAL. Una paciente siendo llevada a un centro médico. (Foto: EFE).
IMAGEN REFERENCIAL. Una paciente siendo llevada a un centro médico. (Foto: EFE).

(AFP) El gobierno del anunció este jueves que volverá a autorizar el uso de plasma sanguíneo británico para la fabricación de medicamentos, 23 años después de haberlo prohibido por miedo a la variante humana de la enfermedad de las vacas locas.

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“Siguiendo las recomendaciones de expertos, me congratula que por fin podamos levantar esta prohibición, lo que ayudará a miles de pacientes a acceder más rápido a tratamientos que podrían salvar vidas”, declaró en un comunicado el secretario de Estado de Salud, James Bethell, quien afirma que Inglaterra podría así “acabar siendo autosuficiente” en este aspecto. Escocia ha tomado la misma medida.

Hasta ahora el país dependía de la importación de plasma sanguíneo, sobre todo de Estados Unidos, para fabricar algunos medicamentos usados por personas con problemas en el sistema inmunitario (carencia de anticuerpos, tratamiento contra el cáncer de larga duración, etc.)

Una buena noticia, teniendo en cuenta que la demanda mundial de plasma, bajo presión constante en los últimos años, ha aumentado con la pandemia de covid-19, debido a una “caída considerable en las donaciones en Estados Unidos”.

“El gobierno también introducirá una nueva disposición para garantizar que el plasma británico se use principalmente para pacientes británicos y no se exporte”, señala el comunicado.

El Reino Unido prohibió en 1998 el uso de plasma sanguíneo británico en la fabricación de medicamentos, por miedo a la propagación de la enfermedad de Creutzfeld-Jacob, una variante humana de la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), también conocida como la enfermedad de las vacas locas.

Según expertos de la Comisión independiente de medicamentos humanos (CHM), el uso de este plasma de origen británico es ahora “seguro y se puede reanudar gracias a un conjunto de medidas de seguridad sólidas”, precisa el comunicado, tras un análisis de la agencia sanitaria británica (MHRA) a finales de 2020.

Cada año, el servicio público de salud británico (NHS) recoge unos 350.000 litros de plasma sanguíneo en los hospitales, de los cuales 100.000 litros se usan para transfusiones.

Hasta ahora, los 250.000 litros restantes se tiraban porque no podían destinarse a la fabricación de medicamentos, como hacen otros países con sus existencias.

“Estamos muy contentos de que las donaciones de nuestros donantes puedan ahora salvar y mejorar aún más vidas en los próximos años”, afirmó Betsy Bassis,  directora general de la sección de Sangre y Trasplantes del NHS.

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