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No era necesario que el presidente Martín Vizcarra llegue al norte para conocer si el proceso de reconstrucción avanza o no. Pero ya que vino, vio y criticó la manera de trabajar del gobierno que integró y ahora asumió como jefe de Estado, entonces debe replantear el diseño.

Si la reconstrucción sigue a ese paso tendrán que pasar unos 10 años para llegar al objetivo, dijo el presidente. No es el primero que lo ha mencionado, también lo hizo el defensor del pueblo Walter Gutiérrez cuando arribó por estos lares.

A todo esto cabe preguntarse ¿es el proceso o las personas las que están fallando? El mandatario pide la unidad de todos los estamentos del Estado, desde el Ejecutivo, el Congreso, los gobiernos regionales, locales, pero todavía no detecta el error del aparato público.

Por lo visto en esta parte del país, creo que es el diseño de la reconstrucción el que no contribuye al proceso. Si es un trabajo extraordinario, entonces deben crearse normas extraordinarias para acelerar el curso, y no ordinarias como cualquier licitación pública.

El señor Edgar Quispe es el segundo jefe de la reconstrucción que no puede armar el cubo de colores. Y parece que no se trata de traer al más diestro en este campo, sino que urge una flexibilidad burocrática para ayudar en el trabajo. Como he dicho antes, esto no significa abrirle la puerta a la corrupción.

Por lo tanto, esperamos desde esta parte del país que Vizcarra haya comprendido en estos primeros tres días de gobierno lo que su antecesor Pedro Pablo Kuczynski se demoró en procesar por cerca de un año. Solo se gastó el 10 % del presupuesto en este lapso y hablamos de expedientes técnicos, no de la ejecución de obras.

La gente merece ver que su ciudad será un ejemplo del cambio, y no que el nuevo gobierno vaya a cantarle al oído la misma canción de hace un año.