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Al final de una campaña electoral que nos ha dado nuevas autoridades locales y en medio del ambiente hostil que nos trae la política luego de la aprobación de las reformas propuestas por el Poder Ejecutivo, recordemos hoy el sacrificio del almirante Miguel Grau y de la heroica tripulación del Huáscar, quienes dejando de lado cualquier consideración personal y familiar se embarcaron, en defensa de la patria, en una travesía que sabían era sin retorno.

Cuando los peruanos sintamos desánimo, rechazo y desilusión por todo lo que ocurre a nuestro alrededor, incluyendo la repulsa que nos causan los protagonistas de los “audios de la corrupción”, echemos una mirada al mar y pongamos en relieve el sacrificio del ilustre piurano y de sus hombres que se batieron contra la poderosa escuadra chilena en Angamos, para darnos cuenta de que incluso en las más grandes adversidades siempre hay un brillo y una luz al final del túnel.

Es verdad que, lamentablemente, nuestro país cada cierto tiempo produce personajes para el olvido, quienes quizá nos hagan creer que las cosas van al abismo. Sin embargo, de otro lado, tenemos al almirante Grau, quien nos demuestra que de esta tierra también salen héroes y caballeros capaces de merecer la admiración y respeto del mundo entero, tal como sucedió con el comandante del Huáscar ante el gesto que tuvo hacia la viuda de su enemigo chileno derrotado en Iquique.

Hoy, en el 139 aniversario de la gesta de Angamos, evoquemos a Grau en el puente del Huáscar y a la estela de su inmenso y glorioso monitor, que debe seguir guiando a los peruanos de bien que son millones, pese a los malos elementos que a veces nos hacen pensar que todo está perdido.