Israel, impresionantemente con solo 262 fallecidos por la pandemia, celebra hoy el 72° aniversario de la declaración de su independencia, con la noticia de sus importantes avances científicos, desarrollando un anticuerpo para combatirla. El mundo, entonces, le ha puesto el ojo a sus biólogos y eso, como ya he dicho en anteriores columnas, prestigia y eventualmente, empoderará al primer país del planeta que pueda darle a la humanidad un tratamiento que la proteja del Covid-19. Israel es un caso especial en el derecho internacional pues surgió como Estado por una resolución de la ONU, la 181 en 1947, luego de que la Comisión UNSCOP –la integró el embajador Arturo García Salazar, excanciller del Perú (1918-1919)-, recomendara la partición del territorio de la Palestina en dos Estados: Israel y Palestina. Los judíos aceptaron la oferta, y los palestinos, la rechazaron, y junto a éstos, se plegaron los demás países árabes de la región que al día siguiente, 15 de mayo, en que expiraba el Mandato Británico sobre el territorio de la Palestina, declararon la guerra a Israel. Pero más allá de la accidentada relación bilateral, Israel alcanzó el desarrollo gracias al empeño de su gente, pero también al apoyo estratégico de EE.UU. Se hizo militarmente poderoso para enfrentar la amenaza de su extinción como pregona Irán, y es un Estado -lo proclamó David Ben-Gurión, un día como hoy (1948)-, miembro pleno de las Naciones Unidas. Palestina también lo es pero solo como observador y eso es injusto. La recomendación de UNSCOP debe concluirse: dos Estados cabales de la ONU, iguales jurídicamente, como lo consagra el derecho internacional.