El Fondo Monetario Internacional (FMI) cumple hoy 75 años desde que fuera fundada, finalizada la Segunda Guerra Mundial, en 1945. Se trata de una organización financiera internacional -con sede en Washington- que surgió de los acuerdos de Bretton Woods, iniciados el año anterior. Aunque comenzó con solo 29 países miembros, hoy cuenta con 189 de los 193 que cuenta el mundo.

Surgió en un momento en que muchos países habían quedado económicamente devastados por la guerra de 1939 y la idea era revitalizar el azotado sistema monetario internacional. El más interesado en potenciar al FMI fue EE.UU. que tenía una prueba de fuego en un mundo de la postguerra determinado por la polarización entre el capitalismo y el comunismo, de tal manera que el FMI debía mostrar las bondades que pregonaba para sacar del abismo económico a muchas naciones sumidas en la pobreza y que pasaron a denominarse en las décadas siguientes como países del Tercer Mundo.

A finales de los años setenta comenzó a empoderarse con la desaparición del sistema de cambio fijo. De hecho, el FMI se convirtió en la primera vitrina de la concesión de créditos a aquellos Estados que tenían enormes déficits en su balanza de pagos. El Perú no fue la excepción y durante los años ochenta tuvimos que interesarnos en el marco de las cartas de intención que fue una fórmula para muchos países en graves condiciones económicas en diversas partes del globo.

Entre sus objetivos se cuenta la promoción del comercio internacional, la reducción de la desocupación y conseguir tasas de cambio sustentables. Aun con lo anterior, todo no ha sido color de rosas para el FMI, criticado por los tamaños y esquemas de los créditos que concede a los países pobres, sin duda, altamente sensibilizados por esos años. De hecho, algunos países llegaron a una calificación por el FMI de inelegibles por patear el tablero de las reglas de cumplimiento con las deudas contraídas -eso también le pasó al Perú-, y el FMI se erigió como una de las organizaciones financieras más odiadas pero también más satanizadas del mundo, sin que le fueran reconocido su rol de rescate para países postrados en África y América Latina, principalmente.