Ayer participó el presidente de la República, Pedro Castillo, en la 76° Sesión Ordinaria de la Asamblea General (AG) de la ONU en Nueva York, que a diferencia de la sesión del año pasado por la pandemia de la COVID-19, esta vez fue presencial. Refirámonos a esta reunión planetaria. La primera se realizó luego de que el 24 de octubre de 1945, acabada la guerra, comenzara a funcionar la ONU como el mayor foro político del mundo que reemplazó a la fracasada Sociedad de Naciones o Liga de las Naciones (1920).

La AG es el órgano más plural, de los mayores debates y escenario del multilateralismo por excelencia de la ONU pues intervienen voluntariamente los gobernantes de las 193 naciones que integran la organización y en su marco se producen numerosos encuentros bilaterales. El Perú participa activamente en la AG y lo hace privilegiadamente pues es uno de 51 Estados fundacionales que firmaron la Carta de San Francisco o tratado constitutivo de la ONU.

El internacionalista Alberto Ulloa Sotomayor firmó por el Perú la referida Carta de la ONU y el diplomático Víctor Andrés Belaunde ocupó el cargo de Presidente de la AG (1959), es decir, el más alto de la ONU. Con ellos, el renombrado cargo de secretario general -por dos períodos consecutivos-, lo ha ocupado el embajador Javier Pérez de Cuéllar (1982-1991).

Las aprobaciones de la AG son por mayoría de 2/3 de los Estados miembros y en ocasiones por mayoría simple; sin embargo, el mayor éxito de la AG está en que sus acuerdos, que tienen el alcance de recomendaciones, pues no tienen carácter vinculante u obligatorio, salvo excepciones, se han logrado por el método del consenso, es decir, acuerdos que no fueron sometidos a votación en la idea de que no quedarán trabados.

La ONU, sigue siendo exitosa a lo largo de sus 76 años de existencia, con sobresaltos y críticas, cumpliendo su propósito central, que es el mantenimiento de la paz mundial y ahora con el reto de superar los estragos de la pandemia.

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