En vista de que este Congreso de terror tiene que seguir en funciones por un año más y no queda otra que soportarlo, al menos el congresista Omar Chehade (APP) debería dejar la presidencia de la Comisión de Constitución pues los cuestionamientos que pesan sobre este legislador echan aún más sombras sobre este parlamento que sin ninguna duda ha resultado peor que el anterior manejado por el fujimorismo.

No tiene ningún sentido que permanezca al frente del mencionado grupo de trabajo, uno de los más importantes en tiempos de la tan mentada reforma política, luego de mamarracho visto la semana pasada con el tema de la inmunidad parlamentaria en que el Congreso, sin mayor debate y en apenas unas horas, modificó varios artículos de la Constitución. El exvicepresidente humalista dijo que se había hecho historia.

Si nos queremos considerar un país serio, cosas como estas no pueden suceder. Con el manejo patético de su grupo de trabajo, además, el apepista puso en bandeja al presidente Martín Vizcarra la posibilidad de llevar agua para su molino y salir a pechar a un Poder Legislativo que a pulso se ha ganado el rechazo de los peruanos. Por estos días el jefe de Estado debe de estar muy agradecido con el congresista Chehade, que le puso la pelota frente al arco solo para que patee y haga gol.

El hecho de que varios miembros del Consejo Consultivo de la Comisión de Constitución se hayan alejado lanzando serías críticas a Chehade y compañía, es una clara muestra de la forma en que se han manejado las cosas, todo lo cual no hace más que mostrar la poca seriedad con que algunos legisladores asumen la labor que les fue encomendada en elecciones realizadas hace pocos meses, cuando parecía que ningún Congreso podría ser peor que el elegido en 2016.

La salida de Chehade sería positiva para el Congreso y el país. Si soñamos con reformas, pero bien hechas, un primer paso debe ser el contar con una Comisión de Constitución a la altura del reto, y no una donde se hacen sustentos para el olvido y de un plumazo se bajan artículos de la Carta Magna luego de una pechada presidencial para las tribunas. Es difícil pedirle algo a este Congreso, pero hay cosas que son indispensables.