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Hace dos días se acaba de cumplir el primer año del triunfo electoral parlamentario de la oposición democrática venezolana -representada en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD)-, que logró tomar el control político de la Asamblea Nacional, que es el Poder Legislativo en ese país. Todos lo celebramos y con esperanza en Caracas vi los ojos de los políticos llenos de emoción porque estaban convencidos de que ahora sí las cosas iban a comenzar a cambiar en ese país, tomado por el chavismo hacía 17 años. El resultado aceptado por Nicolás Maduro dio pie a la esperanza. De pronto, conforme fueron pasando los días, la realidad fue mostrando el verdadero rostro del régimen ante el nuevo escenario. Maduro sabía que el tiempo regresivo para él y todo el gobierno había comenzado, y para detenerlo puso en marcha toda una maquinaria estatal para conseguir dos cosas: que no se produzca el derecho de la revocatoria de su mandato a pesar de haberse cumplido más de la mitad del tiempo de su ejercicio como jefe de Estado, y que las peticiones de la Asamblea Nacional -fue una promesa de campaña- de liberar a los presos políticos que yacen en las cárceles del país fueran desechadas. Maduro, así, terminó mofándose de la voluntad ciudadana y de los políticos. Al año de aquel acontecimiento no hubo revocatoria y ni un solo preso fue puesto en libertad. La Asamblea Nacional, de tener poder político, ha terminado reducida a contar con un poder meramente administrativo. La oposición se ha dado cuenta de que con Maduro no se puede negociar nada porque sencillamente no actúa de buena fe. Las mesas creadas en las últimas semanas y horas con participación del Vaticano solo han servido para que el dictador dilate el tiempo que necesita para tapar las irregularidades cometidas. Con una oposición que no logra cimentar la cohesión que los tiempos demandan, las cosas en Venezuela se pondrán más difíciles. En todo este escenario solo quedan también dos cosas: que el pueblo siga saliendo a las calles y no desmaye en sus justos reclamos, y que la comunidad internacional reaccione en acto solidario como ya lo hizo el Perú.