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Hace pocos días el Congreso de Argentina ha rechazado el proyecto de ley que pretendía la liberalización total del aborto hasta las 14 semanas de gestación, y hasta inmediatamente antes del parto en casos de violación, riesgo para la vida o la salud de la madre o inviabilidad fetal, incluyéndose a los niños con ciertas discapacidades o habilidades diferentes, sin permitir ni siquiera al propio padre defender legalmente la vida de su hijo. Se impedía también la objeción de conciencia de los médicos y otros miembros del personal sanitario, así como de las instituciones, quedando todos obligados a realizar abortos bajo pena de inhabilitación y prisión. Del mismo modo, el proyecto de ley obligaba a todas las instituciones educativas y profesores a enseñar que el aborto es un derecho de la mujer, pudiendo realizarlo incluso adolescentes sin el conocimiento de sus padres, violando así el derecho a la libertad de educación y la patria potestad.

Pese a que numerosos estudios científicos han confirmado las graves consecuencias que causa en las mujeres, entre las que destacan la depresión, la ansiedad, la tendencia al suicidio y la muerte, grupos con intereses ideológicos y/o materiales están financiando campañas para imponer el aborto en América del Sur. Debemos estar atentos, entonces, porque así como se ha hecho en Chile, Colombia, Argentina, Brasil y otras naciones vecinas, varias ONGs están preparando el terreno a la espera del momento oportuno para presionar a fin de que el aborto sea legalizado en el Perú. Por ello, como dice el papa Francisco: “La defensa del inocente que no ha nacido debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su etapa de desarrollo” (GE, 101).