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Los mandatarios que viajaron a Cuba para las exequias de Fidel Castro en su mayoría son líderes de la región afines ideológicamente al revolucionario cubano, excepto el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos. Nadie puede dudar que Evo Morales, Nicolás Maduro, Rafael Correa, Daniel Ortega, y otros más, profesaron una ferviente relación hacia el líder cubano que asaltó La Habana en aquella noche de Año Nuevo de 1959. Los funerales de un líder mundial suelen durar algunos días, pero los de Castro ya van más de 6 e irán hasta el próximo 4 de diciembre. Raúl Castro y la cúpula castrista en la isla lo tienen claro: buscan que Fidel quede impregnado en el imaginario colectivo de su pueblo para la eternidad. Eso es un error, pues no existe nada que sea para siempre. Las generaciones de cubanos que lo acompañaron en la revolución cada vez son menos y los jóvenes que esperan y aspiran con ansias la modernidad son muchos. No se ha visto actos de paralización total en el país por el duelo ni tampoco rostros de llanto colectivo. Los cubanos han visto partir a Fidel en un conjunto de sentimientos encontrados. Los de la isla parecen inmutables y los disidentes en Florida, extasiados de felicidad. Para los cubanos setentones, Castro quedará como el adalid de la febril revolución que llevaron adelante en aquel 1959, inspirados en el marxismo de la entonces Unión Soviética y de China. Hoy los tiempos han cambiado y los jóvenes de la isla quieren ser tan digitales como muchos de sus coetáneos, gozar de las bondades del internet y del celular como las tienen los demás jóvenes en diversas partes del mundo. Esta inocultable verdad explica por qué razón no se ve a multitudes de jóvenes en la isla ávidos por hacer sus colas y llegar hasta las cenizas del desaparecido exguerrillero para rendirle tributo. Los cubanos saben que el caudillismo que encarnó en vida el comandante también ha desaparecido o está en ese camino. Es verdad que los viejos líderes siguen pertrechados a los sueños de los años 60 -por eso despiden por varios días a Fidel-, pero es verdad también que son conscientes de que todo tiene su final.