Acorralando a Vizcarra

La renuncia de Meche Aráoz, Carlos Bruce y Ana María Choquehuanca a (¿la bancada?) Peruanos por el Kambio no parece haber sido una casualidad. Como tampoco resulta una coincidencia que la siempre cáustica Rosa Bartra vuelva a presidir la Comisión de Constitución en el Congreso. Y no es casual que, paralelamente, el congresista aprista Mauricio Mulder haya llevado a un plenario partidario irregular y opaco su propuesta de pedido de vacancia presidencial.

Tampoco parece haber sido una casualidad conocer que los fiscales supremos Tomás Gálvez y Pedro Chávarry, tantas veces arropados y salvaguardados en el Congreso, hayan pedido las cabezas de los díscolos fiscales Rafael Vela y José Domingo Pérez.

Ni siquiera resulta una coincidencia haber visto estos días, como nunca, la cara de Meche Aráoz en programas de TV, redes sociales, webs y periódicos dando entrevistas. No, quizás tampoco sean casuales los mensajes que anuncian el Apocalipsis, a través de cifras, luego de la suspensión de Tía María.

Las últimas declaraciones desde el Parlamento dejan en claro que el proyecto de adelanto de elecciones no pasará. El Congreso en su mayoría se ha unido en torno a esa resistencia. Mientras tanto, la búsqueda del debilitamiento de Martín Vizcarra, ese ahínco por mostrar la sensación de soledad política del Presidente, subyace también en medio de los últimos gestos provenientes del Legislativo.

Dicen que proceden así en defensa de la Constitución y de los intereses del país. Sin embargo, algunos creemos que el asunto va por otro lado: el de la supervivencia en medio del gran terremoto que aún no se va, y que se relaciona con la presencia de los fiscales que integran el equipo especial “Lava Jato” y con el caso “Cuellos Blancos”. Vizcarra, con todos los defectos e incapacidades achacables, ha sido el soporte de los díscolos y atrevidos magistrados. Con él fuera, otra sería la historia.