Lo dijimos la semana pasada y no necesitábamos escuchar el audio completo de Alfredo Thorne dialogando con el contralor Edgar Alarcón para anticipar que esa evidencia era lapidaria para cualquier funcionario público, más aún si del ministro de Economía se trataba. Solamente la frase “Ahora todo depende de usted: si pasa Chinchero, nos va bien; si se baja Chinchero, nos va pero mal” es de una osadía inverosímil y demuestra que gran parte o todo el gobierno de PPK tiene inoculado el germen del mercantilismo, la bacteria que amenaza y mata los esfuerzos por construir una centroderecha de tendencia liberal, inclusiva y que tenga como impulso la extensión y formalización de la pequeña y microempresa, las libertades individuales, la desregulación y la apertura. 

¿Qué hacer ahora entonces? ¿Cómo afrontar la crispación azuzada por la inclemente coyuntura? Si algo tiene a favor PPK, es el advenimiento de una fecha propicia para los cambios ministeriales, los cuales deberían empezar a evaluarse hoy, día en que el Presidente termina su estéril periplo por lares europeos. Ese cambio debería tener como objetivo otorgarle un manejo más político al premierato, apoyado en dos o tres portafolios con ese perfil, y extirpar el cáncer lobbista que subyace en varios estamentos del Estado. Es en ese contexto que debe buscarse el reemplazo de Thorne, evitando así un innecesario desgaste político, y evaluarse la conveniencia de la continuidad de Carlos Basombrío. Refrescar el Ejecutivo al menos con medio gabinete puede ser el oxígeno vital para un gobierno sumergido en una insólita y prematura asfixia.