Como la salida del ministro de Economía y Finanzas, Alfredo Thorne, estaba más cantada que las estrofas del himno nacional, ahora es bueno saber qué planes tendrá el gobierno no solo para reemplazarlo (Pedro Pablo Kuczynski dijo que tenía una alternativa), sino para enfrentar al Congreso de la República y hallar la salida para poder gobernar.

No creo que el gobierno de Kuczynski haya creído que el Parlamento le iba a dar el voto de confianza a Thorne, sino que, como dicen varios analistas, solo le interesaba reducir el costo político de su administración y lanzarle la pelota a la oposición para quemar a su ministro.

De esta manera, el gobierno solo está jugando a hacer política y, de manera torpe, haciendo ver al fujimorismo como los obstruccionistas de esta gestión. Como si los peruanos tuvieran buena memoria al votar y los simpatizantes fujimoristas se defraudaran porque Keiko Fujimori y compañía no dejan gobernar. Por el contrario, dejar que los naranjas trapeen el suelo con su gabinete debe ser como darle un dulce a un niño.

La improvisación con la que maneja la política no le rinde rédito a este gobierno frente a la ciudadanía. Por el contrario, a más traspiés menos respaldo popular. Lo dicen las encuestas y el clima de simpatía que uno percibe cuando pregunta el parecer del inicio de este quinquenio.

He escuchado y leído a algunos proponer que el presidente debe ofrecer el indulto a Alberto Fujimori a cambio del control político del grupo naranja. Y pienso que por ahí no va la cosa porque tener suelto al padre dando órdenes y fortaleciéndose perjudicaría el liderazgo de Keiko. No conviene.

Entonces, no quiero ser pesimista, pero los próximos cuatro años van a ser de confrontación y entorpecimiento de la gestión de Kuczynski. Si, al fin y al cabo, parece que ni Kuczynski aprende a hacer política ni a Fuerza Popular le interesa que empiece a hacerlo.