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Es evidente que las claves del crecimiento y desarrollo de un país se basan en la productividad, el trabajo duro, la transparencia, la capacidad, la creatividad, la innovación, el ahorro y la austeridad. Estas características están ligadas al éxito. Lo malo es que no es fácil concretar todo ello con gobernantes, autoridades y funcionarios públicos acostumbrados al mínimo esfuerzo, al gasto excesivo y al confort.

En los últimos días, se han revelado algunos casos de gastos desmedidos de organismos públicos. Por ejemplo, el alquiler de cuatro pisos por parte del Organismo de Supervisión de Contrataciones del Estado (OSCE) por un aproximado de 15 millones de soles. A esto se agrega el alquiler de un inmueble por parte de Qali Warma por poco más de un millón y medio de dólares. Y como cereza del postre están los 25 mil dólares gastados por la Defensoría del Pueblo para remodelar la oficina del titular de esta institución, Walter Gutiérrez.

El país está frente a una nueva oportunidad para encontrar el camino hacia el desarrollo, y depende del Gobierno que pueda asumir con coherencia este reto y empujar a sus funcionarios a concretar proyectos prósperos para satisfacer las demandas de la gente.

“No podemos duplicar gastos ni estar gastando insulsamente”, señaló el presidente Martín Vizcarra en una reunión con los gobernadores regionales. Con liderazgo, objetivos claros, honradez y perseverancia, se puede remontar esta situación. Este cambio de Gobierno no puede ser solo de nombres.