Tras seis semanas de inamovilidad social obligatoria, cuarentena o estado de emergencia, como guste llamarlo, es preciso interrogarnos sobre los cambios absolutamente indispensables que deberán realizarse en el país si queremos avanzar como sociedad hacia una mejor distribución de los recursos y las oportunidades. Esta pandemia ha mostrado, descarnadamente, la competencia voraz por la ganancia que deja de lado a los humanos, excluyéndolos.

Lo primero a transformar es el monto asignado a Salud y Educación en el Presupuesto General de la República (PGR). Hoy, Salud recibe el 2,24% del PBI o 10,42% del presupuesto mientras que Educación obtiene 3,8% del PBI lo que es el 17,66% del presupuesto. Lo mínimo indispensable es que estas asignaciones se dupliquen, si queremos hablar de cambio efectivo.

Lo segundo, necesitamos cambiar el modelo de salud, desarrollando un efectivo sistema preventivo al alcance de la población, con centros asistenciales debidamente equipados en equipos, materiales y recursos humanos. Para ello se necesita fortalecer un único Sistema de Salud Pública en el que los recursos de EsSalud y Minsa se unifiquen potenciando las capacidades y la atención adecuada.

Solo así podemos esperar una mejora en la oferta de UCIs y respiradores mecánicos que hoy se necesita, pero también en los equipos de hemodiálisis, en los tratamientos a personas con cáncer en provincias y en la dotación de medicinas para los pacientes crónicos, entre otros muchos requerimientos.

Pero también necesitamos revisar el papel de las grandes empresas y sus ganancias, tema que tocaremos luego.

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