Después de una semana de corrientes de aire tan eficaces que lo embrollan todo, no sabemos quién es quién, ni adónde se dirige, ni por qué se empeña en el capricho de su candidatura.

El menú es extenso y varía casi a diario. Candidatos y candidatas que se retiran, renuncian y se van. Pero no tan lejos. Se quedan a la espera de algo cómodo que les ofrezca su actual partido, que no es el de antes, pero qué importa…

En nuestro camino, que no sabemos adónde conduce, hay cosas que van quedando y que son dignas de una película de Chaplin. Ejemplo: el destructor y abusador de Cajamarca, Gregorio Santos, inculpado y recluido por seis delitos que no pudo esconder y que se sigue creyendo presidenciable. ¿No es genial?

El fandango que todos llamamos “proceso electoral” comenzó nada menos que con 19 candidatos, cifra que erizaría a electores, partidos e instituciones de cualquier país civilizado. Felizmente el “19” se adelgaza y algunos candidatos dejan de serlo.

Pero de ningún modo renuncian los que ya fueron descubiertos violando las leyes y la Constitución. Al fondo hay sitio para seguir regalando billetes “como cancha”, para apropiarse de autorías de libros y tesis que no se escribieron, para desdecirse de cargos y gestiones que sí se ejercieron, para usar alumnos universitarios como ayudantes de campaña, para obsequiar muros de contención o equipamiento a policías…

Y parece que también hay sitio al fondo de los “buses parranderos” del JNE y del JEE para continuar tomando el pelo a todos los peruanos.