Lo tangible, más allá de simpatías o animadversiones, es que Pedro Castillo no está haciendo una buena segunda vuelta. Veamos. Se salió con su gusto de tener un debate en Chota, con su gente, y, a decir de las encuestas, Keiko Fujimori ganó a domicilio, pese a que en varios foros la criticaron por la frase “tuve que venir hasta aquí”, como si “la cuna de las rondas campesinas” estuviese en Marte.

Luego, ha sido notoria su negativa a debatir bajo el formato del JNE, y el “no te corras, Pedro, no te corras”, endilgado por la candidata de Fuerza Popular, ayudó a que dé su lápiz a torcer, aunque todavía no se sabe si aceptará los cuatro careos (dos entre ellos, uno de postulantes a vicepresidentes y otro más para los equipos técnicos), como planteó el ente electoral. ¿Qué denota esta sintomatología de la negación?

Si la revelación de Carlos Álvarez, de que lo amenazan de muerte por imitarlo (-y también a su alter ego, Vladimir Cerrón-) le pareció un chiste, Castillo sí debe preocuparse y hasta pedirle disculpas al respetado Juan Carlos Oblitas por trastocar un video suyo en favor de Perú Libre. El “Ciego” ya dijo: “Imagínense si ahora que no están en el poder están haciendo esto lo que harían si llegaran a tenerlo”. Eso es meterse cabe solito.

De otro lado, sumado a todo esto, exhibe mal genio y falta de tino en sus discursos. ¿Lo escucharon cuando estuvo en Bagua y vociferó que a él no le van a poner la agenda? Se mostró totalmente iracundo. Vino después la respuesta de que el enfoque de género no es su prioridad y, finalmente, la irrespetuosa invitación a Fujimori para debatir en la puerta del penal Santa Mónica de Chorrillos. ¿A eso llama “palabra de maestro”?