Desde que Irlanda anunció el último 22 de octubre un nuevo confinamiento por la segunda ola del coronavirus, otros países europeos han tomado medidas parecidas. España decretó estado de alarma y toque de queda desde las 11 de la noche hasta las 6 de la mañana en todo el país. Italia cerrará cines, teatros, gimnasios, bares y restaurantes desde las 6 de la tarde. Alemania prohibirá el funcionamiento de cines, ferias comerciales, instalaciones deportivas, bares y restaurantes todo el día. En tanto, Francia fue más allá y dispuso confinamiento desde hoy.

“El virus está circulando a una velocidad que ni siquiera los pronósticos más pesimistas anticiparon (…) Estamos invadidos por una segunda ola que sabemos que será más dura y más mortal que la primera”, dijo el presidente francés Emanuel Macron.

No hay duda que la situación que se vive en Europa es muy compleja. Todos coinciden que se están preparando para un escenario peor que hace siete meses.

Nosotros lo vemos a la distancia, desde la calma que nos ofrece este momento con descenso de contagiados y fallecidos por el coronavirus. Sin embargo, hay que estar alerta. No solo los ciudadanos, cumpliendo los protocolos de bioseguridad, sino también el Gobierno. Vivimos en un país que ha llorado a miles de muertos y que todavía no ha despejado la incertidumbre para contener la pandemia.