Las cifras por fallecidos a causa del COVID-19 se están rediciendo y vamos llegando a los niveles registrados en abril, cuando esta tragedia recién comenzaba.

En las últimas semanas se han minimizado los ambientes destinados a la atención de pacientes de esta enfermedad, ya no hay carencia de oxígeno y existe disponibilidad de camas para atender a los nuevos contagiados. Es una situación esperanzadora.

Sin embargo, el propio presidente Martín Vizcarra y a ministra de Salud, Pilar Mazzetti, han advertido que en las próximas semanas podríamos estar ante una segunda ola de contagios. Ante eso, queda exigir no cometer los errores del pasado que nos han llevado a ser considerados, a nivel mundial, como el país que peor ha afrontado la pandemia.

Miremos lo que sucede en Europa, donde están volviendo las restricciones luego de levantar los confinamientos. En el caso del Perú, si viene una segunda oleada debemos estar preparados con pruebas moleculares, camas UCI, oxígeno, personal de salud suficiente, y acciones que permitan a la gente más vulnerable acceder a bonos y ayudas estatales.

La dura situación vivida desde marzo tiene que dejarnos muchas enseñanzas, pero no solo al Estado, sino también a los ciudadanos, que ahora estamos mejor preparados para protegernos de esta enfermedad.

Tenemos por delante el gran reto de afrontar una eventual segunda ola con mejores herramientas para no repetir el desastre vivido en los meses pasados. Ya no habrá excusa para nadie.