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Debo ser de la última generación de peruanos que recuerda haber visto a nuestra selección jugando un mundial de fútbol. En España 1982 estaba por cumplir los diez años de edad y, pese que a que caímos en la primera ronda, desde la clasificación -un año antes- hasta la eliminación ante Polonia en La Coruña el país vivió una fiesta única que ojalá podamos repetir desde esta noche. El equipo lo merece, el Perú lo merece.

Y señalo que lo merece porque, valgan verdades, luego de los primeros partidos por las Eliminatorias a Rusia 2018 fueron muchos los que creyeron que las posibilidades de ir al Mundial eran inexistentes, como tantas otras veces. Ver a Perú perder ante Chile o empatar con Venezuela en casa nos pintaba un panorama oscuro, como en los olvidables tiempos de Vladimir Popovic, el “Pacho” Maturana o “Chemo” Del Solar.

Los jugadores han hecho lo suyo pese a las críticas y al desánimo de las derrotas iniciales, al igual que el profesor Ricardo Gareca, quien desde el partido con Uruguay en Lima que ganamos 2-1, en marzo de este año, en pleno Niño costero, parece que encontró la fórmula que nos ha llevado hasta el encuentro de hoy con una Nueva Zelanda que nos complicó jugando de local, pero que hoy debe ser pasada por encima sin mayor dificultad. Ojalá.

Pero quienes han hecho mucho por ese equipo han sido los hinchas incondicionales, esos que iban al estadio con sus camisetas -muy baratas por esos días- pese a la derrota de la fecha anterior y los que sacaban la calculadora viendo si aún, al menos matemáticamente, había posibilidades de ir al Mundial. Esos son los que merecen vivir una fiesta desde hoy, porque son ellos los que creyeron hasta el final, más que en el equipo que iba mal, en lo que puede hacer su país.

Estamos hoy a punto de acabar con una frustración de 36 años. No tendremos en la cancha al máximo goleador, pero habrá once jugadores que aun en los peores momentos supieron poner todo y ganar partidos, algo que no es nada sencillo en ningún ámbito. Tenemos todo para triunfar esta noche y es de esperarse que mañana sea un día de fiesta, además de feriado dado por el Gobierno. La espera ha sido muy larga y ya toca celebrar por todo lo que se ha hecho.