Una ansiedad heredada a lo largo de varias temporadas parece ser el principal obstáculo de Alianza Lima apenas iniciado el año. En su presentación oficial, el equipo victoriano mostró una versión desordenada, poco compacta e incierta ante un público que abarrotó las instalaciones del estadio de Matute en el marco de la Noche Blanquiazul el pasado viernes. La fiesta estuvo, pero no pudo ser completa.

Es cierto que el año apenas empieza y que es mejor que este tipo de situaciones se vivan ahora y no cuando el torneo arranque. Pero también es cierto que, a finales de febrero, el equipo de Bengoechea inicia su participación en la Copa Sudamericana y, después de lo visto ayer, queda claro que el entrenador uruguayo requiere de un trabajo exhaustivo para llegar con un equipo mucho más preparado a dichas instancias.

Hablamos de la ansiedad porque de otra manera no sabríamos cómo justificar el desorden en el que el equipo íntimo incurrió por momentos. Las individualidades fueron las que marcaron la pauta en el equipo “grone”, Germán Pacheco la mejor de ellas. El argentino comandó las acciones de mayor vértigo a favor de los locales, pero esto, a su vez, nos entregaba una versión desdibujada de Lionard Pajoy en el ataque. En defensa primó la inocencia y la pasividad, factores que urgen ser erradicados cuanto antes para no incurrir en errores de la temporada pasada, mientras que en la volante jamás existió concordancia, Luis Ramírez nunca cuajó y Óscar Vílchez tuvo uno de sus partidos más discretos.

Además de Pacheco, la actuación de Hohberg es digna de ser destacada. El volante impuso su estilo y aunque no se mostró demasiado, dejó claro que tiene mucho para darle a los de La Victoria, un par de remates al arco de destacada factura le dan crédito con la hinchada. Por lo demás, las actuaciones en Alianza estuvieron signadas por la intermitencia. Por momentos, el equipo lucía demasiado rústico y el trato a la pelota no era el mejor, una de las características que, se supone, Bengoechea espera impregnar en su propuesta.

Los refuerzos siguen con crédito, Aguiar demostró que puede aportarle mucho al equipo en la medida que se afiance más, tanto a la propuesta como a quienes lo acompañan en el mediocampo. Lo de Godoy no deja mucho para el análisis, jugó poco y mostró menos, en cuanto a Cossio, pensamos que le queda muchísimo por crecer.

Alianza tiene que erradicar las dudas e inconsistencias que lo aquejan para jugar en paz. El viernes, un Palestino modesto y efectivo en su simpleza lo derrotó sin despeinarse, mientras que el dueño de la fiesta se alborotó de principio a fin. Es preocupante la cercanía de los partidos oficiales que se le vienen al equipo y la serenidad de Bengoechea puede ser un arma de doble filo.

En este preciso instante, el anhelo del título nacional parece tan o más lejano que el año pasado, pero a Alianza le queda mucho tiempo para desbaratar esa percepción.