El Ministerio de Educación, después de un proceso participativo, técnico, plural y basado en la búsqueda de consensos, aprobó en 2008 los “Lineamientos Pedagógicos para una Educación Sexual Integral” (ESI), con la finalidad de que la educación básica -en el marco de la formación personal social- contribuya al desarrollo de una sexualidad plena, placentera, saludable y responsable. Tiene tres dimensiones: la biológico-reproductiva, la socio-emocional y la ético-moral, con un enfoque científico, de derechos humanos, de valores y género.

Durante varios años en el marco de la tutoría y orientación educativa íntimamente vinculada al currículo escolar se le dio un gran impulso con el aporte de especialistas, directores, docentes y padres de familia. Por cierto, también contó con el apoyo de instituciones públicas, de la cooperación internacional y de la sociedad civil en una perspectiva de una transverzalización en todo el sistema educativo, el Estado y las comunidades de aprendizaje en su conjunto.

Lamentablemente, en los últimos años, este esfuerzo por impulsar e implementar la ESI en los colegios ha perdido fuerza en las prioridades de política educativa nacional. Situación que se agrava más aún con la desactivación de su órgano nacional de línea que tanto trabajo costó crear y poner en marcha: la Dirección de Tutoría y Orientación Educativa.

Por eso, tiene sentido que las organizaciones que forman parte de la coalición de la Alianza por la Educación Sexual Integral “¡Sí podemos!” estén convocando a actores especializados y comprometidos con este importante tema a un Foro para este viernes 24 de julio en el auditorio de la Cámara de Comercio de Lima. El lema es: “8 millones de estudiantes, 8 millones de razones para la Educación Sexual Integral”.

El objetivo es intercambiar puntos de vista y exhortar al sector Educación para que la ESI se imparta en las instituciones de enseñanza escolar. Ello supone, entre otros, capacitación de docentes, desarrollo de materiales educativos y acompañamiento pedagógico.