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La oposición se prepara con el fin de enfrentar al fujimorismo para la renovación de la Mesa Directiva del Congreso. El fujimorismo busca controlarla por tercer año consecutivo con la legitimidad de los números, aunque la racionalidad o el interés político podrían indicar que es el momento de trasladar la total responsabilidad del manejo del Legislativo, tan cuestionado. Para sus pretensiones electorales al 2021, el fujimorismo necesitará una pausa a fin de recuperar imagen ante la ciudadanía, que los ve como obstruccionistas y prepotentes. Las encuestas les dan un balance negativo por su manejo administrativo-parlamentario y también político, debido a los escándalos en sus filas.

Martín Vizcarra cumplió sus 100 días en relativa armonía con el Legislativo, demostrando que la convivencia es posible siempre que se acepten las presiones del fujimorismo. A diferencia del año y medio de PPK, el obstruccionismo no se ha hecho evidente, aunque tampoco el equilibrio de poderes. La oposición podría obtener la Mesa Directiva si se presenta unida y con una buena lista. Y Fuerza Popular debería ser la primera en aceptarla, para mejorar su imagen de imposición y de prepotencia. El Congreso está desprestigiado, al extremo de que las calles radicalizadas exigen su cierre. Ningún demócrata estaría de acuerdo, pero es cierto que solo una decisión política como la que llevó a Ántero Flores-Aráoz a la presidencia unitaria le daría un impulso diferente. 

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