Mientras una pandemia se lleva a cientos de peruanos todos los días y el gobierno sigue en marchas y contramarchas en su plan de vacunación con dosis que aún no llegan, resulta irresponsable que un candidato presidencial como Yohny Lescano, de Acción Popular, salga a hablar de las “bondades” del cañazo y la sal como “recetas” para erradicar el brutal virus que no logra ser controlado y que tiene al mundo entero de rodillas.

En muchos países, un candidato que sale con esos comentarios mientras la gente se está muriendo en los hospitales y en sus casas, o que es tan demagogo como para decir que va a pedir a los chilenos la devolución del Huáscar, no pasaría de ser un postulante folclórico y pintoresco como los que suelen ir de relleno en los procesos electorales. No obstante, por esas cosas que solo suceden en el Perú, acá hasta hace unos días el hombre era uno de los punteros.

Cualquier candidato serio o que aspire a serlo, tiene que ceñirse a lo que dice el Ministerio de Salud y la Organización Mundial de la Salud (OMS). No puede ponerse al nivel de charlatanes como esos que hace un año recomendaban ajo y kión contra el virus. Quien quiera liderar un país devastado por una pandemia, no debería ni mencionar recetas de la “medicina popular”, sino pegarse a lo que señala la ciencia.

Más bien, si aspira a ser un buen presidente en un momento de tragedia histórica, el señor Lescano debería hacer propuestas coherentes en materia de salud. No olvidemos que hace poco también se refirió a la supuesta capacidad que tiene el Perú para producir vacunas con fórmulas de diferentes laboratorios de otros países. Esto ya fue desmentido en todos sus extremos, por lo que sería positivo que el candidato de la lampa asuma su postulación con mayor seriedad.

Un congresista como lo ha sido Lescano a lo largo de 19 años, suele decir cualquier cosa y sus palabras se las lleva el viento, debido a que la gente ya conoce a muchos de ellos y no les hace caso. Lamentablemente, son casi unos inimputables. Sin embargo, aspirar a ser presidente es –o debería ser– otra cosa. El Perú necesita gente seria y comprometida, y no más demagogos e irresponsables que están buscando en aplauso y el voto de la plazuela mientras la gente se muere.