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Hoy y mañana sesionará la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en Washington y la grave crisis política en Nicaragua, que a la fecha lleva el ignominioso saldo de cerca de 100 muertos, no fue introducida por ningún país latinoamericano. EE.UU. ha anunciado que lo va a ingresar en la orden del día para que sea de abordaje imperativo como corresponde. Tremenda lección. Me ha llamado la atención la falta de punche del secretario general de la OEA, Luis Almagro, a quien he dedicado columnas con aplauso por su enfrentamiento democrático al régimen de Nicolás Maduro. No existe ninguna diferencia entre el régimen llanero y el de Nicaragua. Desde el 2007 y con su esposa como vicepresidenta del país, Daniel Ortega, que se muestra represivo ante las protestas iniciadas el pasado 18 de abril, es un dictador completo como el chavista. En las narices de todo el mundo, Daniel Ortega hace lo que le da la gana. No le importa la lista creciente de muertos que ha producido la represión del régimen que preside y seguirá haciendo cualquier cosa para mantenerse en el poder. La mesa de diálogo constituida a raíz de la crisis ha sido completamente ninguneada por el exlíder sandinista, que no está dispuesto a ceder y dejar el poder. Los nicaragüenses no quieren otra cosa que no sea que Ortega lo deje. La idea de que había satisfacción social en el país ha sido desnudada por las revueltas como un completo engaño. Hay países en América que deben deshacerse de sus temores y prejuicios, presiones e hipotecas y decididamente mostrarse encaminados a coadyuvar para que acabe esta penosa realidad, en un país centroamericano cuya gente necesita de la comunidad hemisférica. El espejo son los jóvenes nicaragüenses que sufren como nadie el ensañamiento de la dictadura.

Latinoamérica en pleno siglo XXI todavía no termina de afirmar las instituciones tutelares en sus países y, con ello, a sus clases políticas les falta abordar con coraje y principios situaciones incontrastables de crisis de gobernabilidad. América Latina sigue mostrándose vulnerable y en construcción. Es la verdad.