Si la pareja presidencial, en vez de esforzarse por la reelección conyugal, hubiese optado por aprender y crear historia, otro gallo cantaría. Pero el humalismo no tiene memoria e ignora que los gobernantes tienen que tratar bien a sus aliados, porque de lo contrario, caminan hacia el abismo.

De hecho, cuando llegan las batallas, el líder depende de los amigos que están dispuestos a luchar junto a él. Estos párrafos de Jenofonte que describen a un príncipe respetado por los suyos son esenciales para comprender hasta qué punto NALLANTA ha carecido de atributos para el ejercicio del poder: “Administraba con justicia muchas y diversas cosas y tuvo un verdadero ejército, porque los estrategas y capitanes que se dirigieron por mar a su encuentro para conseguir dinero comprendieron que era más ventajoso estar a bien con Ciro, que su sueldo mensual. Ciertamente, si alguien le prestaba una valiosa colaboración en la tarea por él encomendada, NUNCA a nadie dejó de recompensar por su celo. Por tanto, se dijo que Ciro tuvo los mejores colaboradores en toda empresa. Si veía que uno era hábil administrador con procedimientos justos y que organizaba el país al frente del cual estaba y conseguía ingresos, nunca lo destituía, sino que SIEMPRE INCREMENTABA SUS ATRIBUCIONES. […] A cuantos eran sus amigos, sabía demostrarles afecto y, a los que consideraba eficaces colaboradores en la tarea que quería llevar a término, sabía como nadie colmarlos de atenciones”.

La pareja presidencial decidió, por cuenta propia, abrirse demasiados frentes y ningunear a sus aliados. Lo que hoy le sucede es la consecuencia de semejante desvarío.

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