Si hay una región donde lamentablemente los electores se siguen equivocando al momento de elegir a su autoridad principal, esa es sin duda Áncash, que desde la semana pasada afronta el triste récord de haber visto a sus últimos cuatro gobernadores tras las rejas por actos de corrupción que repercuten en la vida de los habitantes de una jurisdicción rica en recursos que podría estar muy adelante en relación a otras del país.

Primero fue César Álvarez, ese nefasto personaje que a poco de terminar su segundo mandato fue a parar a la cárcel. Tiene una sentencia por actos de corrupción relacionados con Odebrecht, mientras no acaba el caso “La Centralita”. Operó con una red que contó con al menos el silencio cómplice de jueces y fiscales. El hombre se creía dueño de Áncash y a punta de dádivas, populismo, matonería y pagos a periodistas se imponía sobre quien tenía al frente.

No contentos con esa terrible experiencia, los ancashinos eligieron después a Waldo Ríos, un sujeto que a inicios de siglo había sido sentenciado por sus nexos con Vladimiro Montesinos, pero que igual llegó a ser gobernador regional. Se hizo famoso por ofrecer en campaña no hacer obra alguna, sino solo entregar 500 soles en efectivo a cada familia, algo que era ilegal. Salía en sus spots y paneles mostrando los cinco billetes de 100 soles. Así ganó.

Una vez que Ríos acabó preso por colusión vino su segundo, Enrique Vargas, quien luego de siete meses en el cargo también fue a parar a la cárcel por el delito de falsedad genérica al mentir en su hoja de vida. Recordemos que en el verano de 2017, cuando el Niño costero golpeaba con fuerza la costa ancashina, especialmente en Huarmey, las autoridades de Lima no tenían con quién coordinar las acciones ante la emergencia. Todos estaban presos.

La semana pasada ha seguido la misma ruta, de manera preliminar, el actual gobernador y vicepresidente de Somos Perú, Juan Carlos Morillo, a quien se investiga por presuntos actos de corrupción junto a funcionarios y empresarios, en las obras del hospital “Eleazar Guzmán Barrón”. Van a ser cinco años de gestiones manchadas de robo, trafa y sinvergüencería en Áncash, y eso que no he mencionado a algunos de sus congresistas.  ¿A quién van a culpar los ancashinos?

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