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Las noticias de los últimos días sobre conservas vencidas corroboran una práctica conocida en el sector pesquero: el desvío de anchoveta para conservas a la producción de harina.

Muchas plantas de conservas serían solo una pantalla para producir harina, lo cual más allá de la ilegalidad de desvíos irregulares, implica la producción de conservas sin preocupación por su calidad, por no ser este un negocio que realmente les interese, lo cual representa un riesgo para los consumidores.

El funcionamiento de las plantas de corte primario llama aún más la atención. Tratándose de un recurso frágil como lo es la anchoveta, ¿qué valor puede agregar tener una instalación independiente para cortar cabeza y cola? Algunos presumen que se trataría de “lavanderías” en que entra anchoveta en buen estado y salen cuantiosos residuos que van directo a la harina. Los gobiernos regionales, que son quienes aprueban la instalación de estas plantas, deben responder por esta situación.

En tanto, las verdaderas plantas de conservas tienen problemas para abastecerse, por una competencia desleal de quienes la desvían ilegalmente para harina.

De acuerdo con data oficial, la descarga efectiva de anchoveta extraída por la flota de menor escala y artesanal para conservas y congelados ha aumentado en los últimos años. Pero las cifras de producto final y comercialización evidencian que solo el 10% de esta descarga termina en conservas o congelados.

La sostenibilidad de los recursos pesqueros requiere orden. Por ello, saludamos el D. Leg. 1393 que busca atacar la ilegalidad en la pesca. Que sea pronto.