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El presidente Martín Vizcarra está en la obligación de ajustar las clavijas en el equipo de gobierno, a fin de replantear las cosas y mostrar resultados positivos en la tan mentada lucha contra la anemia infantil, que en 2018 ha mostrado resultados muy preocupantes, pues la cifra no se ha reducido a pesar del optimismo y de que existen los recursos para comprar los micronutrientes. Estamos ante un problema no de dinero, sino de gestión, lo cual es más grave.

Si el problema está en el sector Salud o en Desarrollo e Inclusión Social, los cambios tienen que apuntar ahí. El ministro de Economía y Finanzas, Carlos Oliva, ha dicho que se compra el 100 por ciento de los micronutrientes que se necesita para atacar la anemia, pero que apenas se reparte el 55 por ciento, y que solo el 33 por ciento llega a los infantes que necesitan incrementar la cantidad de hierro en su organismo. ¿Quién responde por esto?

La meta del Estado era reducir los niveles de anemia en niños menores de tres años a 42 por ciento para el 2018, pero el índice se mantuvo en 43.5 por ciento en ese año. Tengamos en cuenta que el objetivo es que la preocupante cifra llegue a apenas 20 por ciento en 2021. Sería una maravilla. Algo grandioso para el Perú. Pero a este paso parece imposible, y más si no se es capaz de repartir adecuadamente los micronutrientes.

Tengamos en cuenta que un niño que no supera la anemia hasta los tres años, difícilmente podrá desarrollar en su vida futura todas sus capacidades físicas e intelectuales, por lo que cada infante afectado por este mal está siendo condenado a seguir en el mismo círculo de pobreza al que pertenecieron sus padres y abuelos. Así las cosas, no estará en condiciones de contar con las habilidades necesarias para competir con quienes sí recibieron una buena alimentación.

Como lo he señalado antes en este espacio, ya tuvimos bastante con el referéndum, el fiscal Pedro Chávarry y la necesaria neutralización de la mayoría del fujimorismo en el Congreso, pero ahora hay que enfrentar problemas gravísimos como el de la anemia, que con esas cifras está condenando al Perú del mañana a tener millones de ciudadanos que no serán capaces de desarrollarse física e intelectualmente al máximo, lo cual es una injusticia y una crueldad sin nombre.