A juzgar de la forma como se publican diariamente las noticias, los medios de comunicación y los anunciantes que los auspician están promoviendo una narrativa negativa que favorece la victoria electoral de figuras radicales como Antauro Humala. Destacar cotidianamente la tragedia, el caos y el descontento, crea una sensación de desesperanza y propicia un imaginario electoral para optar por soluciones radicales como las que ofrece este candidato.
Para contrarrestar esta tendencia, propongo una educación enfocada en el escepticismo hacia la información mediática y en la verificación y comparación de fuentes. Es la misma estrategia requerida para lidiar con las “fake news” y los contenidos científicamente incorrectos. Es una educación que destaca los aspectos positivos y constructivos de nuestra sociedad, fomentando una visión optimista y confiada en la democracia y la justicia social.
Al presentar los hechos, deberíamos enfocarnos en las acciones positivas. Por ejemplo, en lugar de decir “se incendia local causando enormes daños y damnificados”, podríamos decir “valerosos bomberos luchan por apagar un incendio que está causando enormes daños y damnificados”. Esta forma de presentar la información resalta el heroísmo y las capacidades constructivas más que la tragedia y la visión de impotencia derrotista.
El lenguaje constructivo también debería aplicarse en el ámbito político, promoviendo un diálogo más colaborativo y responsable. En lugar de desacreditar al oponente, los políticos podrían buscar puntos de acuerdo y expresar sus desacuerdos de manera alturada y constructiva.