La forma en que hasta ayer fue vista en el Congreso la nueva Ley de Promoción Agraria, en que no hubo mayor argumento técnico sino improvisación, populismo y “criterios” políticos antes que responsabilidad, fue apenas una muestra de la manera en que ha actuado el Poder Legislativo desde su nacimiento en marzo último, siempre priorizando el aplauso y el voto fácil, sin importar las consecuencias de los mamarrachos que producen.
La “obra cumbre” ha sido la aprobación, incluso por insistencia, de una ley absurda que faculta a los aportantes a retirar parte del dinero que han dejado a la Oficina de Normalización Previsional (ONP) para sus futuras pensiones, como si esa plata estuviese esperando en un algún lugar. Pero han existido otras normas que en cualquier Parlamento medianamente responsable no hubiesen pasado de una anecdótica propuesta que en pocos días hubiera acabado en el archivo.
Lo vimos con la anulación de los cobros de los peajes en plena pandemia y una vez que se perforaron las pensiones de los privados con la autorización de los retiros de dinero de las AFP. También cuando se dispuso el nombramiento de médicos contratados, o con el paso de los trabajadores CAS a la planilla del Estado sin que nadie diga de dónde saldrá la plata. La última ha sido el disponer que el 6% del PBI sea destinado a la educación.
Esto último suena bien, pocos podrían estar en contra. Pero ¿a qué sector se quitará recursos para cumplir con esta disposición? Así ha actuado nuestro Congreso elegido en enero último, solo pensando en el aplauso en el corto plazo. Lamentablemente, este tipo de legisladores son los que nos ha tocado en momentos en que atravesamos una descomunal crisis sanitaria y económica. En verdad han sido y son un peligro para el país.
En las elecciones de abril, luego de tantas desagradables experiencias, no debemos equivocarnos otra vez. Sin embargo, el problema no es solo de los electores, sino también de las agrupaciones políticas que arman sus listas de candidatos con personas que, en muchos casos, no aportan nada. Exijamos propuestas responsables, y no solo sonrisas y dedos pulgares levantados. Estamos en un momento muy crítico como para votar por más de lo mismo.