Han pasado exactamente dos meses desde el incendio que consumió la galería “Nicolini”, en el Centro de Lima. Fue una tragedia que costó la vida a dos personas, y puso en evidencia la falta de capacidad estatal para disponer orden y evitar las muertes. Hoy, que pasamos los días mirando lo sucedido en México tras el último sismo de 7.1 grados, sería bueno preguntarnos si en los últimos 60 días algo se ha hecho por corregir las deficiencias denunciadas.

El siniestro del 22 de junio último mostró que había trabajadores informales encerrados a cambio de 20 soles diarios, que las disposiciones municipales de cierre no se cumplían porque a los comerciantes no les daba la gana o porque el Poder Judicial les brindaba un amparo a su favor, que la galería incendiada no ofrecía garantías a sus ocupantes y, como para colmo de males, que los bomberos no contaban con los equipos necesarios.

Todos en ese momento nos indignamos, buscamos culpables, vimos cómo las autoridades se tiraban la pelota de las responsabilidades, notamos también cómo el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo es implacable con las empresas formales, mientras a las informales no les pasa nada. Nos lamentamos de ver cómo en el Perú las leyes son letra muerta. Pero, a dos meses de eso, una vez que la atención se fue a otro lado, ¿algo ha cambiado?

Habría que preguntarles si en los alrededores del Mercado Central o de Gamarra se ha adoptado alguna medida de prevención, tanto para incendios como para un terremoto como el que se acaba de traer abajo edificios enteros en México. ¿La Municipalidad de Lima, que nos llena la pantalla de televisión de chalecos amarillos cada vez que puede, ya hizo despejar los pasillos para que la gente pueda escapar de estas trampas mortales en caso de un remezón?

Ojalá que cuando ocurra el gran sismo que prevén los expertos para cualquier momento, no tengamos que ver a las autoridades de todos los niveles, tal como sucedió en la galería “Nicolini” y en la tragedia de Mesa Redonda de hace casi 16 años, tratando de lavarse las manos al costado de un grupo de cadáveres o de heridos. Hemos tenido varias alertas que nos han llamado a tomar precauciones. ¿Algo se ha hecho?

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