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“Fuera de acá pedazo de m… Tú eres tan responsable como la bancada mafiosa del fujimorismo que quiso blindar hasta el final a César Hinostroza”, respondió hace poco el exalcalde de la provincia de Junín y connotado aprista en esta región, Luis Solórzano, a un tuit de su compañero, el congresista Javier Velásquez Quesquén.

“Sí pues, cada ladrón juzga de acuerdo a su condición”, le dijo otro día a Jorge del Castillo, quien había criticado las reuniones del presidente Martín Vizcarra con parlamentarios fujimoristas.

“Renovación en marcha. Alanistas furgones de cola del Comité Ejecutivo Nacional del PAP ilegal. Aliados de la señora K. ¿Qué esperan? Fuera del Apra”, fue el mensaje del exalcalde del populoso distrito de Chilca, Huancayo, y también renombrado aprista en la región Junín, Manuel Gálvez Caballero.

Para ellos y otros militantes apristas en el centro del país, el desajuste entre lo que su líder histórico Víctor Raúl Haya de la Torre postuló como doctrina y praxis política y lo que sucede hoy con la cúpula del partido de la estrella, apoyando abiertamente al fujimorismo, linda con lo inconcebible.

Por todo esto, se colocan por encima de la disciplina partidaria y los intereses políticos de Alan García y sus adláteres, basándose en su juicio libre. Ellos tienen la impresión que la clase dirigente del partido aprista tiene una actitud pasiva ante la corrupción.

Es evidente que hay un gesto de rebeldía ante los jerarcas de su partido que mantienen una peligrosa cercanía a Fuerza Popular y que no le hace nada bien al prestigio de la historia del aprismo, que se forjó en el siglo pasado como una reacción ante la clase política tradicional y la dictadura del presidente Augusto B. Leguía.