Preocupa de sobremanera que un grupo de peruanos afirme que no va a inocularse la vacuna contra el nuevo coronavirus porque, a través de ella, “les van a colocar un microchip de rastreo”.

Ese 11%, dado a conocer a través de una encuesta realizada por Ipsos para el diario El Comercio, es una gran llamada de atención al Gobierno pues los temores de estas personas demuestra no se está cumpliendo a cabalidad con dar a conocer lo que ocurre durante esta crisis sanitaria mundial.

Pero no todo es responsabilidad del Estado. El problema también viene de las noticias falsas y de la pseudociencia que circulan por las redes sociales con evidente mala intención.

Tanta gente dispuesta a no dejarse vacunar, pero exigiendo que se les permita usar un compuesto tóxico, como el dióxido de cloro, para enfrentar al coronavirus, hace que nos demos cuenta que algo está fallando.

Esperamos que la estrategia de comunicación y las nuevas restricciones anunciadas por el Gobierno permitan reducir las cifras de personas que están desesperadas por cualquier remedio, tanto que no dudan en consumir veneno, pero que rechazan la vacuna.