¿Por qué es grave la sentencia contra Christopher Acosta, autor del libro “Plata como cancha”? Porque el juez que la dictó está tirando abajo la llamada doctrina del reporte fiel, con la que se ha sustentado gran parte de la labor periodística todos estos años. El reporte fiel determina que el periodista que cita a un tercero, aun cuando esta cita termine no siendo correcta, no es sujeto de responsabilidad. Existe jurisprudencia internacional al respecto. El juez Raúl Jesús Vega se ha cargado la historia del periodismo.
Porque ¿acaso podríamos condenar a todos los periódicos impresos y virtuales que reproducen citas a diario, a todos los programas de radio y TV que hacen lo mismo? ¿Cómo quedarían todos los periodistas que difundieron los testimonios de los delatores del caso Lava Jato, entonces? ¿Los enjuiciamos ahora mismo? ¿De aquí en adtelante un periodista solo debe publicar citas de terceros que estén debidamente confirmadas por la vía legal y judicial? ¿Qué disparate es este?
Y no, no se trata de un mero espíritu de cuerpo. Podemos discutir, si gustan, sobre la pertinencia de las frases del libro consideradas por el juez como agraviantes; sobre si aportan mucho o poco al relato investigativo que pretende la publicación en torno al señor César Acuña. Pero de ahí a dar como válida una condena a todas luces absurda, pues eso es otra cosa.
Además, hay que tomar en cuenta algo. Un juez tiene elementos para verificar si hubo mala fe del periodista. En este caso, las citas consideradas agraviantes tienen una contextualización. Pongo un ejemplo: la cita de Rosa Núñez, ex esposa de Acuña. Christopher Acosta remarca en el libro que sus frases (también recogidas en la prensa) las dio en un momento en que había una disputa por las acciones de la universidad. ¿No era ese un elemento que revela que la intención de Acosta no era la de soltar frases por soltar?
Esto aún no termina. Y la factura, al parecer, le va a salir altísima a Acuña.