Entramos al último mes de la campaña y, lamentablemente, en los últimos días lo que más se ha visto -aparte de propuestas flojas y demagógicas-, han sido ataques de los postulantes rezagados que buscan tumbarse a los que ocupan los lugares en los que ellos quisieran estar en las encuestas. Con un escenario así, nadie debería estar sorprendido de que el puntero transitorio en este proceso apenas supere el 13 por ciento de aceptación, según Datum.

Es verdad que esto suele suceder en los procesos electorales de todos los países del mundo. Sin embargo, no dejemos de lado que estamos en medio de una emergencia histórica a causa de la pandemia y que en los últimos años hemos elegido gobiernos y congresos que han sido una vergüenza. Se necesitaba una campaña seria y a la altura de la esperanza de los peruanos de superar la crisis no solo sanitaria y económica, sino también política y moral.

Por estos días los llamados “pitufos” tratan de resucitar a través de ataques que buscan bajarse al rival mejor posicionado, mientras otros siguen en la demagogia de regalar plata pero también frenar la actividad minera que genera recursos, al tiempo que desde más allá ofrecen cambios de Constitución sin saber ni para qué, limitar la libertad de expresión que es sinónimo de democracia, o traernos recetas y políticas públicas de los tiempos de las cavernas.

¿Así vamos a elegir a un gobierno que nos saque de esta crisis comparable con la sufrida tras la Guerra del Pacífico? ¿Cómo votar bien si solo hay ataques y propuestas que no aguantan el menor análisis de viabilidad? A todo esto, desde ayer se suma el ruido generado por la denuncia formulada por el Ministerio Público contra una candidata presidencial, a la que ha pedido 30 años de cárcel. Habrá que ver en los próximos días el efecto en la opinión pública de esta acción.

Queda un mes para los comicios y aún pueden pasar muchas cosas. Sin embargo, el panorama de los electores difícilmente podrá ser aclarado si es que todo se reduce a ataque o a un sinfín de propuestas etéreas, flojas, nada aterrizadas o que reflejan posturas de ambos extremos ya fracasadas. Somos uno de los países más golpeados por la pandemia, y se necesita lo más parecido a un estadista para salir de este hoyo. ¿En estas condiciones seremos capaces de elegir bien?