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La confianza otorgada por el Congreso al gabinete de César Villanueva no es ninguna sorpresa; sin embargo, no deja de ser una buena noticia, más aún cuando la presentación fue saludada por Keiko Fujimori. Claramente muestra el ánimo de Fuerza Popular de apoyar al gobierno de Vizcarra, lo que en definitiva ayuda a la gobernabilidad del país.

Según la encuesta de GFK, este gobierno ha iniciado su gestión con aprobaciones más bajas que las del anterior, 52% frente al 60% de PPK, teniendo el presidente Vizcarra una imagen más modesta que su antecesor. Lo que parece haber cambiado es la actitud del Congreso a raíz del evidente debilitamiento de su imagen. Todas las bancadas han bajado en la percepción de su desempeño a excepción de AP: FP bajó de 25% a 9%, PPK de 17% a 7%, APP de 10% a 6%, el APRA de 10% a 5%, el FA de 10% a 6%. Y esto no es todo. El 61% de la población cree que el Congreso no tiene voluntad de cambiar, y el 64% desaprueba la actuación de la Comisión de Ética. Adicionalmente, la desconfianza de la población en sus congresistas hace que el 82% de los ciudadanos pida que se les retire la inmunidad parlamentaria. Según GFK, solo un 15% aprueba el desempeño del Congreso.

El descrédito de las bancadas, como es lógico, comenzó a golpear con fuerza a sus líderes. Keiko cuenta con 19% de aprobación y el político con la mayor aprobación es Julio Guzmán, quien logra un modesto 28%, muy por debajo del 36% que tenía en febrero de este año.

Son buenas noticias que las fuerzas políticas se hayan -de una u otra manera- finalmente equilibrado, y que esto permita una mayor gobernabilidad, que esperemos se traduzca en un mejor desempeño económico. Lo que es nefasto es que esto ocurra a costa del desprestigio de la mayoría de los miembros de un poder del Estado. A largo plazo, esto debilita la credibilidad de la población en la democracia y en sus instituciones, lo que perpetuaría la precariedad de nuestro país.

Urgen la reforma del sistema electoral, que parece dormir el sueño de los justos.