Ave María
Ave María

El sacrificio siempre conquista, gana adeptos y roba sonrisas. Ayer, la voluntad de un equipo perturbado por el drama también robó lágrimas. Como un zumbido, fugaz, inquebrantable, aleteó el Ángel sus alas a dos latidos del pitazo e hizo ¡boom! en el Arena Corinthians. Lionel Messi esta vez no había sido el héroe, pero actuó y fue protagonista. Hizo la divina con la gambeta, la quietud y el pase para Di María. Un milagro, habría pensado "Chemo" si ese gol fuese de Fano y tras una carrera felina de Vargas.

"Parece más Perú. Así no es Argentina", ametralla en una sola frase un comentarista con el que minutos antes cruzamos palabras. Y tiene razón. Argentina ya está en cuartos de final, pero, al igual que su archirrival Brasil, convence menos que los piscinazos de Luis Guadalupe. Por lo menos es un equipo sincero: todos saben que no juega bien y en la cancha el equipo de Sabella lo reafirma. Si no hay Messi, no hay fiesta.

Y "La Pulga" apareció hecho un Leonidas para viabilizar ese negocio imposible entre los creativos y los delanteros ante un equipo helvético muy acertado en todas sus líneas y que aguantaba en base al orden y la disciplina.

Pobre en calidad y débil en cuanto a funcionamiento, Argentina estaba más solo en las tribunas hasta el primer tiempo. Porque, para el complemento, Shaqiri acompañaba sus pases con oles de los brasileños aficionados que ya habían optado por renegar de la albiceleste cada vez que tenía la pelota.

Y seguramente Messi se había contagiado de la desconfianza de los brasileños. Ni Higuaín ni Palacio, ni Lavezzi ni nadie le daba la mano. Argentina era una lágrima en el suplementario. Parecía todo destinado a la tanda de penales. Argentina tenía su propio ´Chile´ y Sabella recordaba que hace dos días hizo a todos practicar desde los dos penales.

Pero apareció "La Pulga" y el destello alcanzó para convertir un error en salida de un suizo en una obra de gracia que provino en última instancia de Ángel. Suficiente para que hoy Sao Paulo amanezca con largas filas de argentinos embotellados en las plazas, al son de una hazaña que por estos días le hace ojitos al título.