El 12 de setiembre de 1992, con la captura de Abimael Guzmán, y el 22 de abril de 1997, luego de la liberación de los rehenes de la embajada de Japón, los ciudadanos salieron a las calles a celebrar y dar vivas al Perú por estos golpes al terrorismo que reivindicaban a un país apesadumbrado por las miles de víctimas masacradas por estos salvajes a través de atentados, asesinatos selectivos, secuestros, coches bombas y el barrido de comunidades como Lucanamarca.

Los autores de estos logros fueron elevados a la categoría de héroes. Allí están los detectives del Grupo Especial de Inteligencia (Gein) de la Policía Nacional que desmontaron toda la cúpula senderista solo pateando puertas y allanando guaridas terroristas sin hacer un solo disparo; y también tenemos a los comandos que realizaron la brillante operación Chavín de Huántar para acabar de una vez con esa otra gavilla de asesinos llamada MRTA.

No creo que existan peruanos de bien que en esos momentos no hayan celebrado estas hazañas. Lamentablemente, en el actual proceso electoral, un candidato como Pedro Castillo, que encabezó una huelga magisterial con el Sutep-Conare, el ala más radical del gremio, probadamente infiltrada por el Movadef-Sendero Luminoso, podría ser el próximo presidente de este país que casi fue arrasado a punta de anfo, dinamita y tiro de gracia en la sien.

Ni el más osado o alucinado de los que celebró la caída de Guzmán y el fin del MRTA, pudo haber imaginado lo que pasaría años después: que los peruanos terminarían poniendo en una segunda vuelta a un cercano a la prédica de Sendero, cuyos cabecillas deben estar celebrando -en sus jaulas o en libertad-, pues ni ellos mismos podrán creer que el país que quisieron tomar por las armas, pero que no pudo caer en sus manos, ahora esté cerca de ellos por medio de los votos.

Todo esto se suma a lo que plantea Castillo en su plan de gobierno elaborado por Vladimir Cerrón, que en todos los ámbitos es un verdadero desastre, un boleto directo a la destrucción del Perú, con sus virtudes y defectos por corregir. Además, gran parte de lo que propone Perú Libre está reñido por la legalidad y la viabilidad económica. Cuidado con los lobos con piel de cordero, con los que reivindican el terror y se victimizan, para conducirnos al abismo.