Por varios años, el Banco de la Nación ha pasado piola. No lo hemos mirado. Apenas un poco con el edificio de San Borja que nadie reparó en su momento en sus enormes sobrecostos, que por cierto no investigaron como sí lo hicieron con el Estadio Nacional. Y todo esto, mientras las agencias de atención al público se hacían insufribles para sus usuarios habituales como trabajadores públicos, maestros y ancianos.

Pero las cosas parecen haber llegado a niveles de escándalo inocultable. Este es el primer cambio de gobierno, en donde no se producen cambios de los funcionarios de confianza, donde ninguno de los personajes más controversiales de ciertas gerencias, incluyendo al gerente general, han sido removidos. Hoy vemos por denuncias de los propios trabajadores como estos malos funcionarios hacen mal uso de los recursos públicos, en donde, para muestra un botón, el gerente de seguridad y seguramente los otros 16 gerentes, van al gimnasio con vehículo oficial, se les asigna más de 40 galones al mes y adicional a ello perciben una asignación por movilidad, es decir, perciben doble asignación por un mismo concepto. Algunos llegan a decir que hasta les pagan masajes. Son 14 sueldos, premios por productividad, utilidades, bono de 60 mil soles al año, la posibilidad de vender sus vacaciones, almuerzos pasados por gastos de representación, clases particulares de inglés, maestrías, entre otros. Más gollerías que cualquier congresista o ministro, pues.

El Banco de la Nación pertenece al sector del ministro de Economía y Finanzas. El ministro Zavala debiera responder por qué no se ha cambiado a estos funcionarios cuestionados. No puede ser por falta de cuadros. ¿Será entonces por seguir saldando cuentas con el humalismo? Tampoco se entiende por qué la Contraloría no se mete a expurgar los manejos en el Banco de los últimos 20 años. ¿O es el Banco de la Nación una tierra de nadie?

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