Barra Chalaca: si vas a ser de barrio, que sea de barrio fino
Barra Chalaca: si vas a ser de barrio, que sea de barrio fino

Por Javier Masías @omnivorusq

Concebida como la última escala en la evolución del formato conocido como barra cebichera, la última invención del grupo de Gastón Acurio se llama Barra Chalaca, pero no es una barra ni está en el Callao. Tiene una barra, sí, con diez lugares para sentarse, pero también igual número de mesas para cuatro personas. En las paredes hay páginas de diarios antiguos y retratos de Héctor Lavoe, como si uno estuviera en uno de esos huequitos del Callao de toda la vida, como El refugio de Santiago o los lugares de las inmediaciones del mercado de Sáenz Peña, pero estamos en San Isidro, a metros de Dasso y de la torre de Belcorp. Barra Chalaca representa esa infrecuente cara de San Isidro que quiere pertenecer al barrio. Y por momentos lo logra.

La razón por la que funciona se esconde tras este mundo de simulacros: la calidad va de acuerdo al precio y los precios son realmente bajos, más si se considera el lugar en el que nos encontramos, donde el metro cuadrado empieza a facturar desde antes de que se empiece a comer. Los platos van de S/19 a S/32, y los sánguches de S/12 a S/14. En la cocina opera la simplificación máxima, como ocurre efectivamente en las barras marinas de toda la ciudad -el pescado frito para la jalea participa del aguadito y la salsa escabechada tiene cuatro apariciones en una carta pequeñita- y a pesar de ello, de alguna manera uno siente que hay variedad suficiente para pasar un buen rato.

He probado un puñado de platos, con buen resultado en general. Los choros están cocidos a punto, sin reducirlos a corcho como ocurre casi siempre, pero el corte de la cebolla es demasiado grueso y termina tapando todo. Mejor me va con las hueveras con un encebollado de escabeche con el punto picante de los ajíes y el agrio del vinagre en primer término. Con los elementos correctamente balanceados, estamos ante un plato de barrio fino. De igual manera podría ocurrir con el aguadito, pero el caldo de base es opacado por el sabor de la papa que se ha deshecho. El almidón hace densa la textura y hace que el preparado dure más en la boca, pero el fondo, justo por eso, requeriría de más complejidad y no la tiene. Los vegetales están perfectos, cada uno en su punto.

Los platos no son abundantes pero son generosos y, más allá de las bandejas enlozadas que hoy se ven por todas partes, hay una que otra gracia más que realza la presentación. La experiencia que ofrece Barra Chalaca termina siendo muy curiosa. Carece del valor de los huariques de siempre, y el escenario es pura parafernalia, pero el sabor es correcto y los precios son imbatibles si se considera su ubicación. De alguna manera el espacio se parece a ese amigo pituquísimo que cuando se va al Callao empieza a hablar en jerga tan bien que a veces le liga. Y le liga tan bien que por momentos uno le cree. Barra Chalaca no será un sitio chalaco, pero convence y divierte. Apunta, sobrino.

Barra Chalaca

Dirección: Camino Real 1239, San Isidro. Teléfono: 422-1465. Atención: de lunes a domingo de 11 a. m. a 5 p. m.