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A Carlos Basombrío le ha tocado el Ministerio del Interior, el más complicado de todos. Pero apenas juramentó, se encontró con dos grandes problemas. El primero fue lidiar con dos generales en situación de retiro, Montoya y Hernani, que como habían apoyado en la campaña, exigieron más de la cuenta; según el propio Basombrío, Hernani le habría exigido que el director general de la Policía sea ex PIP y además tener 4 asesores para él a tiempo completo, cosa que no aceptó porque dicha propuesta era un chantaje. Esto motivó la salida de Hernani, seguida por la de Montoya, esta última por razones de “salud”.

El segundo problema es más grave aún. Se trata de un escuadrón de la muerte compuesto por policías en actividad, dirigidos por un comandante. Ese grupo se encargaba de ejecutar a supuestos delincuentes para obtener beneficios propios, como ascensos y dinero.

Basombrío ha manifestado que dicho escuadrón existe y que la denuncia la han hecho desde la misma Policía, y ha encargado a su viceministro un informe real que debe aparecer en estos días.

El domingo, en un programa televisivo, un ciudadano denunciaba que a un amigo y a él los balearon confundiéndolos con delincuentes. Su amigo murió y él quedó herido. Creyéndolo muerto, le colocaron una pistola en la mano para hacerlo aparecer como delincuente.

Lo más dramático de todo esto es que cuando llegaron los jefes para supervisar el operativo, apareció el entonces ministro Daniel Urresti.

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